miércoles, 7 de diciembre de 2011

2.6 - Saint-Michel


Me sorprendió su llamada. Realmente pensé que nunca más volvería a saber de él... Hasta me imaginé borrando su número del listín del móvil dentro de algunos años, y preguntándome: “¿Quién cojones será éste tal Ernesto?”


-Hola...

Luego de responder me pregunté si debería haberlo cogido. Ya me había mentalizado con la idea de que nunca más volvería a oír su voz, de transformar la noche pasada en un recuerdo más... otra relación de las que abundaban en mi vida, aunque esta vez sin polvo de despedida...

-Creo que te debo una explicación, Sasha.

Estuve de acuerdo. Aún seguía sin entender su forma de actuar, ¿por qué me había subido a un taxi y mandado a casa? Lo estábamos pasando muy bien juntos, eso era un hecho, ¿no?

-Sí… Oye, ¿Podemos vernos en algún sitio? Es que no me gusta hablar por teléfono y menos de estas cosas.

Dudé. ¿Tenía sentido verlo después de cómo acabó la noche?

La verdad es que si hubiese sido un tío más, hubiese ignorado la llamada... pero Ernesto, tenía esa mirada inocente, ese aire de niño pequeño que me había cautivado desde el primer encuentro... ¿Por qué la noche había terminado así? 

En -gran- medida porque sentía esa atracción por él, y en -menor- medida para saciar mi curiosidad, escuchando lo que tenía que explicarme, acepté que nos encontráramos...


Cuando me deseó buenas noches y me subió al taxi la noche anterior..., no sé, me sentí tan desarmada, tan adolescente, cuestionándome que es lo que habría hecho mal, si le habría acaso disgustado por algún motivo que se me escapaba. 

Llegando ya a casa de Ana, a bordo de ese taxi donde había estado dándole vueltas al asunto pese al mareo por efecto del alcohol, logré ordenar mis pensamientos con algo parecido a la coherencia y llegar a una conclusión: no debía hacerme yo esas preguntas; el que había estado mal - ¿es esa la palabra? - era él. Debía de pasarle algo, tener algún problemilla...

Quizás era virgen o tenía muy poca experiencia con las mujeres... 

Bueno, de lo segundo estaba casi convencida que era así... era muy formal, serio, sus besos eran inocentes, inexpertos, torpes... pero virgen no creo, a pesar de su timidez era un tío demasiado guapo e inteligente como para no haber ligado nunca antes... puede que se estubiese sintiendo abrumado y al salir del Merle Moqueur simplemente no pudo con la tensión... no, no tenía mucho sentido, que fuera inexperto no explicaba su reacción, tampoco le noté tan nervioso durante la velada. Estaba sobretodo excitado igual que yo...

A lo mejor era por algún tema religioso, quería llegar virgen al matrimonio o alguna chorrada del estilo... y claro, yo había aparecido en su camino, como la serpiente tentándolo con la manzana para acabar con el paraíso...

No, no, imposible, recuerdo que me había dicho que era ateo, cuando salió el tema paseando por el Louvre, mientras le hablaba de arte sacro.

Quizás estuviera casado o emparejado... y el amor se había ido extinguiendo como una vela...

Pero anillo no llevaba. Ese era un detalle, que al haber estado todo un día con él, no se me hubiese pasado por alto. Tampoco parecía ser alguien en busca de aventuras amorosas... porque además, de ser así, hubiese rematado, digo yo...

Quizá simplemente quería ir más despacio, más que yo al menos -y que el resto de los mortales en sus 30’ años -y esperaba varias citas antes de acostarse con una chica; porque...porque...porque no podía follar sin saber el nombre de la maestra que tenía la señorita en cuestión en prescolar... y claro, hasta llegar a ese tipo de conversaciones necesitaba en general un par de salidas... y a mí no me lo había preguntado -hubiese sido una pregunta muy descolocada en nuestra conversación -así que aún no podía tocarme un pelo...

Sí, yo creo que esto último era lo más probable... Eso lo explicaba todo...


De todas formas, su comportamiento no fue el más adecuado. Muy galante llamó a un taxi para mí y hasta quiso pagarlo. ¿Qué es eso? Se creería muy caballero, pero en realidad era horriblemente machista... y eso después del discursillo aquel sobre el feminismo durante la cena... 

Ya me estaba enfadando yo sola. Me conocía y si no paraba, iba a ser verle y empezar a insultarle sin decirle ni hola. Tomé aire y salí del apartamento de Ana rumbo a Saint-Michel.


Atravesando el Louvre para cruzar el Sena por el Pont du Carrousel, sin pensarlo ni quererlo, me encontré en el mismo sitio donde nos habíamos citado el día anterior... sólo un día había pasado y el escenario había cambiado por completo: de ir a una cita para compartir un día con alguien que había despertado mi interés, a quedar con ese mismo chico para escuchar la explicación de porqué me había “dejado”.... 

Bordée el Sena por la Rive gauche y lo encontré buscando el mejor ángulo para sacarle una foto a la fuente sin que salieran demasiadas cabezas de turistas, haciendo equilibrio con un ramo de gerberas naranja en la mano. Misión imposible.

- Hola -le dí un toquecito en la espalda y él se dio la vuelta sonriendo, aunque un toque turbado.

- Hola Sasha, me alegro de que hayas venido... mira, te he traído estas flores... ¿qué tal estás? 

Me saludó con dos besos que se me hicieron extraños, luego de haber sentido su lengua en mi boca la noche anterior.

- Pues realmente no lo sé, confundida supongo que es la palabra que mejor describe mi estado hoy -le respondí tratando de separar el aroma de las flores del humo de los coches que nos rodeaban -Lo de anoche fue bastante raro... el final me refiero.

- Mira Sasha, siento si te desilusioné ayer. Yo... supongo que tenías otras expectativas conmigo... pero la realidad es que yo...

Me miró fijamente a los ojos, tragó saliva y percibí claramente como se le formaba un nudo en la garganta hasta quedarse casi sin voz. Como palidecía su rostro hasta parecer un fantasma y como se llenaban sus ojos de lágrimas...

-¿Estás bien? -atiné a preguntarle, descartando la explicación de la maestra de pre-escolar y ya pensando en una situación mucho más parecida a una tragedia griega... quizás era homosexual o eunuco o eramos hermanos... 

Sin quererlo, me reí de mi última teoría...

-Disculpa, es que me da risa cuando me pongo nerviosa... ¿qué pasa? puedes hablar conmigo abiertamente, sabes que yo...

Me interrumpió bruscamente, con una voz seria pero quebrada.

-Sasha, estoy casado...


Frente a la idea de que fuéramos hermanos -que ideas más absurdas se me ocurren a veces -por un instante me pareció que aquello era algo trivial. Después, cuando fui plenamente consciente de lo que me acababa de decir, sentí como me aplastaba la desilusión, aunque por otro lado, me alegré de que fuera ese el problema. Al fin cobró sentido esa... esa forma de actuar rozando lo lunático de la víspera. 

Esa tarde, mientras en un café del mismo Boulevard Saint-Michel, él me hablaba de sus dudas, de sus inquietudes, de sus sueños; escuchándole en silencio, no podía evitar sentir cada vez más y más deseo por él ... París nunca me había parecido un lugar más triste...


Por: Caro y El Exiliado del Mitreo

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