lunes, 26 de septiembre de 2011

1. 1 - Sueño

No había podido volver a conciliar el sueño después de despertarme sobresaltada en mitad de la noche por alguna pesadilla que no alcanzaba a recordar, pero que me había metido esa idea persistente en la cabeza: Unos días de atraso eran normales, pero ya llevaba dos semanas.

A partir de ese momento me desvelé y no paraba de dar vueltas en la cama. Cuando al fin logré dormirme, soñé con medusas gigantes multicolores que me envolvían como en un extraño ritual, hasta rodearme por completo y devorarme.

Cansada de darle vueltas al asunto, me levanté de una vez. Me puse unas zapatillas y salí de casa sin lavarme ni los dientes. Una vez en el portal me di cuenta que solo llevaba puesta la camiseta larga de algún chico que había pasado por casa, con las que acostumbraba a dormir y que apenas me tapaba el culo. La farmacia estaba en la esquina. Sabía que abría a las 9am; decidí no subir a vestirme. 

Llegué a en punto, pero aún estaba la persiana metálica bajada. Caminé hasta sentir el sol en las piernas, tenía la piel de gallina. Esperé fumando un cigarrillo y esquivando las miradas curiosas de los pocos vecinos que salían a pasear al perro tan temprano un sábado por la mañana. 

Aquellos pocos minutos parecieron eternos hasta que logré hacerme con el test. Volví a casa tratando de calmarme, convenciéndome de que sería sólo una línea rosada como había sido siempre. El proceso era: indiferencia luego ansiedad luego test luego calma.

Entré a casa y fui directo al baño a hacer pis en aquel dispositivo mágico. Lo tapé tal y como ponía en las instrucciones y me fui a la cocina a hacerme un café. Puse la cafetera italiana en el fuego y me quedé mirándola y comiéndome las uñas, esperando que pasara el tiempo reglamentario para mirar el resultado. 

La luz clara de la mañana se filtraba por la ventana. Me asomé al balcón para ver la gente en la plaza: un grupo de viejetes charlando con la barra de pan bajo el brazo, el borracho de siempre, cartón de vino en mano, tirado en el banco y la viuda del tercero paseando al caniche... La misma escena de un sábado cualquiera. Pero no lo era, yo me sentía muy lejos de esa realidad.

Corrí hasta el baño y vi las dos líneas.

Me quedé inmóvil, esperando que la segunda línea desapareciera como por ensalmo; que despertara del sueño (¿o de la pesadilla?).

“99% de efectividad en caso de dar positivo”. 

No sé cuanto tiempo pasó hasta que sentí el olor a café quemado proveniente de la cocina.

Entonces pensé que esta iba a ser una mañana excelente para empezar un nuevo lienzo.








Por: Caro & el Exiliado del Mitreo